ENTREVISTA A MONICA VILLA, 'OLGA' DE ''MALPARIDA''

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La actriz se define como "una gran tímida". De chica quería ser veterinaria, pero su vocación fue más fuerte. Tanto, que un día se animó a despertar a Alejandro Doria para pedirle trabajo.

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Su tono suave, su reconocida media voz y su cruda definición de "soy una gran tímida" invitan, cuanto menos, a la sorpresa, cuando cuenta la anécdota previa a su debut en TV, tras ocho años de transitar el circuito off.

"Todos me decían `dale, tenés que trabajar como actriz profesional’. Entonces conseguí el teléfono de Alejandro Doria, porque sabía que estaba buscando gente para hacer Chantecler. Y lo llamé a las 7.30 de la mañana: `¿Quién habla?’, preguntó con voz de sueño. `Mónica Villa’. Silencio. `¿Mónica Villa?¿Nos conocemos?’. Tomé coraje y le dije: `No, lo llamo para pedirle trabajo señor Doria, porque soy actriz’. Silencio.

`Andá a verme a ATC mañana a las 11’. Mucho más adelante, me contó que ese día, cortó y anotó: `Mónica Villa, la voy a matar’ y que al día siguiente le dijo a su asistente que `cuando venga una tal Villa la vamos a reventar, yo estaba muerto de cansancio y me despertó’. Pero como no sabía nada de eso, fui", dice ahora, la que con el tiempo se convirtió en una de las actrices fetiche del director de Esperando la carroza.

Cuenta la leyenda de su curiosa hoja de ruta que la mañana del `día después’, a las 11 en punto, fue a la cita, con una carpeta con sus recortes y sus fotos, y luego de golpear la puerta "parece que asomé la cabecita y se enamoró. Así me lo recordó él mucho tiempo después. Ese día me hizo un montón de preguntas, le pedí disculpas por el llamado, le regalé una foto mía de un ensayo que le había encantado y que tuvo enmarcada en su casa (Doria murió en junio del año pasado). Me dijo `fue un placer, cualquier cosa te llamamos’. Te la hago corta, el fin de semana siguiente me fui con mi marido a Villa Gesell y cuando volví mi mamá me dijo que me esperaban en ATC para retirar unos libros para empezar a grabar".

Ahora, con un cortado, en un frío anochecer de invierno, recuerda, con precisión y calidez ­dos características muy suyas- que los libros que la esperaban eran dos... pero su personaje, una prostituta, "sólo tenía un renglón". El texto de Susi decía, palabras que Villa repite: `¿Por qué en vez de tirar la plata acá no me llevás afuera a comer un guiso?’. Emocionada ante lo que sería su debut en televisión, apeló a unos libros que tenía sobre prostitución y conductas y decidió hacerla golosa. Y decidió también, junto a María Ibarreta, mostrarle a Doria una suerte de improvisación sobre el tema, sólo como ejercicio. Ejercicio que sorprendió tanto al director, que, cuando se fue una de las actrices con más texto, eligió pasarle su letra ­mucho más que un renglón- a la Villa de sus sueños interrumpidos.

Luego de haber grabado Chantecler en el marco de Los especiales de ATC, la convocó para que debutara en cine con Los pasajeros del jardín, y ahí nomás se abrió su camino en pantalla grande, con títulos como El desquite y Darse cuenta, hasta que en 1985 Doria la eligió para interpretar a la entrañable Susana Musicardi de Esperando la carroza.

La mujer que cada noche compone a la incondicional Olguita de Malparida (a las 21.30, por El Trece) entiende que "el papel que me dio popularidad fue el de Historia de un trepador, de Hugo Moser, que iba por Canal 13. Lo que me pasó con Esperando... es que al transformarse en película de culto y popular al mismo tiempo, sumado al background que yo traía, me puso en un lugar de prestigio".

Criada en Villa Urquiza, entre sueños de veterinaria y clases de guitarra, de chica "admiraba a las actrices favoritas de mi papá, como Inda Ledesma, María Rosa Gallo y Norma Aleandro". Por aquellos años de juegos con muñecas y shows caseros en fiestas familiares, una de sus "mayores diversiones pasaba por preparar espectáculos para mi papá cada vez que llegaba... El era marino y cada regreso a tierra era una fiesta para mí. Se ve que internamente yo quería ser actriz, pero no lo decía ni andaba mostrando mis gracias por ahí. A mí no me gusta llamar la atención. En el escenario sí me gusta exhibirme, pero cuando termina el trabajo me guardo para estar con mi familia (tiene un hijo de 18 años).

¿Sabés cuándo noté que yo debía seguir este camino? Cuando un día, con 13 ó 14 años, me emocioné con un ejercicio de guitarra. Hice otro ejercicio y volví a llorar y pensé: `Yo estoy haciendo mal, yo no tengo que ser guitarrista, porque es la guitarra la que se tiene que emocionar, no yo. Creo que tengo que ser actriz’".

Sensación que se hizo certeza con los premios ACE y Trinidad Guevara, con su paso comprometido por Teatro abierto, por sus grandes trabajos silenciosos.

No es de las actrices que más hablan. Sólo cuando es necesario. Si lo habrá sabido Alejandro Doria.

Fuente: Clarin.

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