La Argentina llegó a cuartos por el oportunismo de sus delanteros


A la Argentina se le resolvió el problema en un parpadeo. En siete minutos. El partido se abrió más por virtud ajena que por mérito propio. Las fallas involuntarias, primero del árbitro Roberto Rosetti y después del central Ricardo Osorio, allanaron el camino a la victoria en una instancia en la que no se permiten segundas oportunidades, en la que un centímetro divide a la alegría del abismo. Pero el seleccionado, más allá de algunas lagunas, demostró estar dotado para ganarle el juego a la fortuna y superar 3 a 1 a México.

El viento de cola impulsa a la Argentina, que llegará con el ánimo en cielo para el cruce de cuartos de final con Alemania, el sábado que viene, en Ciudad del Cabo, a las 11 de nuestro país.

Sin embargo, el triunfo maquilla un rendimiento que aún no es de fiar del todo. La zona media fue anárquica y en defensa el equipo continúa dubitativo, a pesar de que todavía no fue agredido ni exigido como a otros equipos en estas instancias.

México sufrió de manera inapelable del Mundial que no da margen de error. A los 26 minutos, Tevez, de cabeza, abrió el marcador en clara posición adelantada tras una habilitación de Messi. La ubicación de Carlitos no fue advertida por Rosseti ni por su ayudante Stefano Ayroldi. La terna italiana fue tan mala como la actuación de su selección. Para todos los árbitros, la jornada mundialista de hoy fue para el olvido.

El desliz de los jueces hirvió los ánimos de los mexicanos. Tal es así que en la jugada que siguió, Rafa Márquez sacudió a Messi de una patada. Ni su amistad cultivada en Barcelona pudo evitar semejante patadón.

El otro regalo fue del pobre Osorio. Al defensor se le escurrió la pelota por la suela del botín como agua entre las manos. Lo capitalizó Pipita Higuaín, que definió con clase, con pisada y desparramo al arquero, y un toque sutil a la red.

Cuando el partido reclamaba un cambio urgente en el mediocampo, apareció otra vez la genialidad de Tevez, con un remate al ángulo. El espíritu solidario de Tevez rescató al equipo en los momentos más difíciles. También se destacó Gabriel Heinze, con dos intervenciones clave.

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