Higuaín con la pelota que se olvidó de pedir después del hattrick ante Corea


Higuaín contó que se había olvidado de pedir la pelota con la que le hizo tres goles a Corea del Sur y Olé se la regaló. Ahora, a dejarla chiquitita en lo que viene.

"Me olvidé de pedir la pelota del partido, pá".

Gonzalo Higuaín no fue un goleador completo. Le faltó el egoísmo que en un goleador es virtud. Con su hat-trick del jueves fue el Batistuta de Estados Unidos 94 con Grecia, el mismo animal de área que gritó por triplicado ante Jamaica en Francia 98. Y todo con el Batigol desde un palco. Pero él sintió un vacío: no agarró la pelota del juego.

Pipita está acostumbrado al fútbol europeo, donde el que hace tres goles se la lleva, pero la emoción y el abrazo con Maradona le pusieron la mente en blanco. Por eso su lamento cuando habló con Jorge Higuaín, el dueño del apodo, un duro marcador central que como padre lagrimeó. Gonzalo disfrutaba de su tarde histórica en la Selección, de su primer triplete, aunque la quería a ella...
"Gracias, ahora se la voy a hacer firmar a mis compañeros". Sus ojos no tienen el brillo asesino de un goleador. Parece un chico o, en realidad, es un pibe de 22 años que logra un trofeo. Apenas recibe el regalo de Olé juguetea con la pelota, la hace girar: ve que es la Adidas original, con las leyendas de Argentina-Korea Republic, Match 20, 17 june 2010, Soccer City Stadium Johannesburg. "Gracias", repite. Y anuncia que hará completo el ritual: sus 22 compañeros y Diego estamparán su autógrafo en la Jabulani que dejó en ridículo a los coreanos. Tan contento se lo ve a Gonzalo que, en una tarde en la que anuló varias entrevistas pautadas, después de un rato de espera accedió al contacto porque se le traía el souvenir.

Repite que Maradona lo felicitó. "Me dijo que él sabía que ya iban a entrar, que no me desesperara". Con Nigeria, en el debut, no había estado fino para la definición. Pero él nunca parece entrar en pánico: su frialdad en el área asusta. Callado, irrumpió en River y le hizo un gol de taco a Boca, se ganó un lugar tardío en la Selección con un grito en su debut ante Perú y conquistó un lugar galáctico entre los galácticos del Real Madrid. Su imagen sólo se conmovió a la salida del vestuario, cuando un periodista le contó que su papá se había quebrado en la platea. Fue el único momento en el que sintió el impacto de su logro histórico. Ni la comparación con el enorme Batistuta, ni ser el goleador del Mundial, nada. Lo aflojó que su papá se emocionara.

"Es un placer entrar en la historia por tres goles en la Selección. Ojalá podamos seguir dejando una huella. Todo lo que queremos es ayudar a Argentina para que gane el Mundial", dice con naturalidad. Del mismo modo que recuerda que ya tiene otras pelotas por sus dos hat-trick con el Madrid: frente al Valladolid y el Málaga, por Liga. Y una del partido que salió campeón con el Real.

"¿Cómo la consiguieron?", interroga como si sospechara de la dura gestión para tenerla. Como si supiera que durante todo el día se lo siguió como si tuviera un GPS adentro, porque son muy poquitos los balones originales que ruedan por Sudáfrica. "La hago firmar y después la voy a colgar con todos mis trofeos", dice Gonzalo y se va picando la pelota en medio de la oscuridad. Ya tiene a la que más quería. Tenía que estar en manos del goleador.

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