TELEVIDENTES ESTAFADOS

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A esta altura resulta tragicómico pero los espectadores no terminan de sorprenderse por las arbitrariedades y la desidia con la cual los trata nuestra televisión. Sin ir más lejos, el viernes Telefe cometió un hecho censurable. Era medianoche y culminaba la emisión de Justo a tiempo. Quienes siguen el ciclo Cárceles esperaban con ansiedad que comenzara de una vez por todas, después de tanto atraso horario, un producto rescatable entre tantos realitys y programas de juegos.

La sorpresa vino cuando en lugar de aparecer Diego Alonso presentando una nueva emisión de Cárceles, asomaron por la pantalla los títulos del noticiero. Después nos enteramos por boca de los mismos conductores de Telefe Noticias que las autoridades del canal decidieron adelantar a último momento la salida al aire del segmento informativo. Germán Paoloski -uno de los presentadores- hacía un esfuerzo por tomarse en broma la situación aunque su disgusto era notorio. Esto significa que se levantó de una manera antojadiza el ciclo de Endemol y aquellos espectadores que, como todos los viernes, se daban cita, desde hacía largo rato y con toda la paciencia del mundo, frente al aparato de televisión para verlo se quedaron con las ganas y con la sensación de haber sido estafados.

Lamentablemente, esta falta de seriedad y de respeto hacia el televidente en lugar de ser la excepción, se ha convertido en la regla en la pantalla chica en los últimos tiempos. Los gerentes de programación actúan como robots dominados por el minuto a minuto, sin tener en cuenta las necesidades y expectativas de los espectadores. ¿Por qué éstos deben acostumbrarse al maltrato y a los caprichos de directivos autómatas, programados únicamente para alcanzar el preciado rating, quienes para lograrlo apelan a los recursos más ridículos y patéticos? Horarios que se corren constantemente, programas que se levantan a último momento, reportajes que se extienden o se acortan de acuerdo al minuto a minuto, en síntesis, caos más confusión más aburrimiento y desgaste del televidente. Ojalá el público no se habitúe como algo natural a esta chatura y mediocridad y, en cambio, reaccione y ponga el grito en el cielo para que este tipo de situaciones no se repitan.

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